Publicado el Blog: uta-sevilla.org
Los toros de El Pilar en las pasadas temporadas nos hicieron pasar buenos ratos y su presentación fue más que aceptable. En esta ocasión falló la presentación, indigna en los cuatros primeros toros para una plaza de primera. Sin remate, anovillados y con cara más que escasa. El toro quinto, de gran caja, en absoluto tenía que ver con los anteriores. Alguien hubiera dicho, caso de no embestir, que era basto y sin hechuras, pero como salió bueno, entonces las cosas cambian y hablan de toro excelente. Se demuestra con ello que la anatomía del toro no influye en la embestida y comportamiento. Influye la selección y crianza. El sexto fue también un buen toro en presentación y comportamiento.
La tarde fue para el joven Esaú Fernández que a pesar de que la responsabilidad y el acontecimiento de su alternativa es lógico que le afectara, hizo lo mejor de la tarde con pases templados, adelantando la muleta y dos buenas estocadas. Solamente un pero, que no se acostumbre a la moda de hoy de embarcar los toros con el pico de la muleta y realice la reunión con cercanía y cargando más la suerte. Tenemos esperanzas que cuaje como figura este torero y que las dos orejas ganadas a base de entrega y fases de buen toreo le aúpen en su carrera.
Morante ha pasado por la feria solamente con destellos en determinados momentos con su capote. Esta tarde fue su escaso bagaje. Sus toros merecían algo más, pero el maestro no parecía muy dispuesto y toreando en casa debió apuntar más alto.
Lo del Cid es ya una crisis que parecer no terminar nunca. Nadie entendió como no aprovechó el buen toro quinto de la tarde, ni tampoco esa faena acelerada y sin temple al tercero. Demasiada vulgaridad y escasa quietud. Sentimos que este torero no levante vuelo y eso que en Sevilla tanto la empresa como el público lo tratan con guante de seda.
La suerte de varas continúa realizándose cual si fuera una capea de pueblo, Toreros por aquí y por allá cerca del caballo. Toros puestos en suerte sin pararlos o rebasando la raya de menor diámetro, pero hete aquí que en el quinto surge la excepción de la regla y ese buen toro es picado muy bien por Manuel Jesús Román. Cuando las cosas se hacen bien, es justo reconocerlas, porque ver un toro ir de lejos al caballo queda ya antiguo y los de la modernidad imperante de hoy prefieren obviar tan bella suerte.
Otro hecho ocurrido ayer y que no puede volver a ocurrir es que en el ruedo se den cita cinco peones para parar el segundo de la tarde, y eso que el torete no era nada del otro mundo ni presentaba dificultades fuera de lo normal. La autoridad tiene que tomar cartas en el asunto |