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Sevilla.
Lunes, 31 de marzo de 2008. 2ª corrida de toros de feria.
Dos tercios de plaza en tarde apacible.
Seis toros de Hijos de Celestino Cuadri, bien presentados, descastados,
sosos y nobles, salvo el complicado tercero. Pesos: 580, 614,
585, 610, 565 y 560 kilos.
Sánchez Vara, nuevo en esta plaza (Ovación y saludos
en ambos);
Iván García (Silencio en los dos) y
Fernando Cruz (Saludos y Saludos). |

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DECEPCIÓN TORISTA
Se repitió la historia del año pasado en cuanto
a la falta de casta y el exceso de apatía de los toros
de Cuadri. Corrida con cuajo y seriedad en su mirada, pero demasiado
atacada de kilos y excesivamente falta de transmisión.
Sólo los tres toros últimos mostraron mayor alegría
en sus primeras arrancadas, pero se les acabó antes de
llegar al último tercio. Corrida noblona, a excepción
del más complicado tercero, blanda y que perdió
las manos con facilidad, pese a que el segundo puyazo fue un simulacro
en casi todos los bureles. Decepción, pues, para los aficionados
toristas y para el propio ganadero, cuya afición ha sufrido
hoy un jarro de agua fría.
Con toros de tan plúmbea embestida poca historia iba a
tener la tarde. Toreros voluntariosos, estrellando sus ilusiones
ante el tardo comportamiento de un encierro soporífero
en su generalidad.
Sánchez Vara ha demostrado oficio, aseo y compostura y
ser de esos toreros curtidos en las polvariegas plazas mesetarias
del tercer circuito, las de toro grande y dinero pequeño.
Cumplió con decoro en esta presentación maestrante
y a esperar otra oportunidad más potable para el lucimiento.
Fernando Cruz le buscó las vueltas al incierto tercero
y, porfión, le robó los pases que pudo a base de
pasar un mal rato. En el sexto, el más potable de la corrida,
aprovechó las arrancadas que el toro concedía por
los adentros y se mostró tesonero ante la falta de continuidad
del astado huelvano; pero la tarde ya había echado el cerrojo
a cualquier posibilidad de éxito.
Tal vez a algún espectador le haya podido parecer algo
bajito el ánimo de Iván García. Quien así
piense ignora lo muy dura que era la prueba que afrontaba esta
tarde el torero madrileño. Reaparecer en Sevilla, en la
Feria de Abril, y ante los siempre muy exigentes toros de Cuadri,
después de meses de andar con un ano artificial a consecuencia
del cornalón que le infiriera un astado de Jiménez
Pasquau a mediados del pasado septiembre en Villa del Prado, es
empresa muy difícil de superar. Y no sólo estuvo
digno, sino que no se le notó que salía de tan tremendo
y doloroso trance. Bien de facultades, voluntarioso y algo pesadito,
no ha brillado ante el bajo octanaje de casta de su lote, pero
ha cumplido de sobra en la comprometida circunstancia. Mi respeto
para él y mi enhorabuena por verlo otra vez vistiendo de
alamares.
Y mañana los cebada, a ver qué pasa.
Santi Ortiz
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