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Sevilla.
Sábado, 12 de abril de 2008. 14ª corrida de toros
de feria. Lleno de “No hay billetes” en tarde soleada.
Seis toros de Torrestrella, descastados, mansos, nobles en distinto
grado y de poca duración, salvo el quinto, el mejor del
encierro.
Pesos: 534, 556, 535, 580, 544 y 570 kilos.
Manuel Díaz, El Cordobés (Silencio en ambos);
Rivera Ordóñez (Silencio y Pitos) y
David Fandila, El Fandi (Leve petición y Silencio) |

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CRONICA DE SANTI ORTIZ |
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O MAÑANA, O NUNCA
O la corrida de mañana nos endulza el paladar, o nos vamos de la
feria con cara de cementerio. Esperemos que Miura haga honor a su leyenda
–la buena, que también la tiene–, que El Fundi ratifique
su actuación con los palha, que Padilla apriete el acelerador de
su raza y que Javier Valverde muestre su firmeza y sobria torería.
En suma, que vivamos una tarde de emociones en la fiesta de la emoción;
porque lo que es en esta semana de lluvia y mansedumbre no hay buen recuerdo
que llevarse a la boca ni emoción que prenda en la memoria.
El cartel populista de hoy tampoco ha conseguido cambiar la racha. Toros
docilones de lo que ayer fuera temperamento, blandos de remos, exiguos
de casta y renegando enseguida de su obligación de embestir, a
excepción del quinto, que a su noble embestida unió duración
suficiente para haberle construido una faena en el estricto sentido del
término. Pero también los toros tienen mala suerte, y este
Malasombra se encontró con un torero en horas bajas que no acabó
nunca de confiarse con él ni conseguirle un solo pase estimable.
Sinceramente, la actuación de Francisco Rivera Ordóñez
ha sido como para meditar si tiene sentido seguir vistiendo de torero
con las pilas tan bajas de ilusión. Eso lo tiene que decidir él,
pero debe ser consciente de la pobrísima imagen que ha dejado su
paso por Sevilla.
El Cordobés ha conseguido, dentro de su corte, templados muletazos
en el sonámbulo primero y alguna que otra tanda templada en el
medio muerto cuarto; pero no ha tenido oportunidad de mostrar sus habilidades.
Ha estado serio y solvente, además de destacado en el buen manejo
de la espada.
Los únicos momentos lucidos de la tarde, los únicos pasajes
donde el público ha disfrutado y la plaza se ha puesto en pie,
los ha logrado El Fandi en banderillas. Show, espectáculo, exhibición,
número, o lo que quieran, pero cada vez que este torero coge los
palos y se va a la cara de los toros, cambia el decorado de la plaza.
Es tal su demostración de facultades, sus conocimientos de los
terrenos, la superioridad que muestra ante las reses, que es imposible
no caer rendido ante tal despliegue de cualidades físicas y técnicas.
Cierto es que dos tercios de banderillas no son suficientes para salvar
la tarde, mas, al menos, a su cargo ha corrido los únicos momentos
en los que el público festero y de aluvión que hoy abarrotaba
los tendidos se lo ha pasado bien y ha disfrutado. Con la muleta El Fandi
es otro cantar, aunque con el estoque recete estoconazos como el volapié
neto que acabó con la vida del que cerraba corrida. Sus partidarios,
al menos, salieron contentos.
Santi Ortiz
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