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Sevilla
Jueves, 22 de mayo de 2008. Corrida del Corpus.
Lleno en tarde soleada y sin viento. Un toro para rejones de Fermín
Bohórquez, bueno,
y seis de Gerardo Ortega, noblones, faltos de casta y parados
en distinto grado.
Curro Díaz, silencio en ambos.
Salvador Vega, Ovación y saludos tras aviso y Silencio.
Oliva Soto, que tomaba la alternativa, Ovación tras aviso
y Vuelta al ruedo por su cuenta.
Presidieron la corrida S.M. El Rey y la Infanta Elena.
Oliva Soto se doctoró con el toro Jerezanito, nº 3,
negro bragao y meano,
de 502 kilos de peso. |

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UN RECUERDO ANTES QUE UN REY
Para quien esto escribe, hubo un momento de intensa emoción
en esta corrida marcada por la poca casta de los astados de Gerardo
Ortega. Fue cuando el alternativado Oliva Soto dirigió su
montera al cielo en brindis en recuerdo de Ramón Soto Vargas,
tío suyo, amigo mío y banderillero de toros que encontró
la muerte en este mismo albero, en las astas de un novillo del conde
de la Maza hace dieciséis temporadas. A su memoria fue el
primer brindis del toricantano, quien, después, se dirigiría
al palco real para cumplimentar al rey Juan Carlos. Estoy de acuerdo
con la secuencia: el recuerdo de un torero caído en el ejercicio
de su profesión, antes que todo un Rey. Así son las
cosas del toreo, y las de la vida, pues siempre debe valer más
un hombre que el cargo que ocupe, por alto que sea éste.
Oliva recogió una ovación desde el tercio al término
de su primera actuación en el escalafón superior.
Anduvo el muchacho con la cabeza despejada ante las probaturas del
burel, al que sacó tandas estimables con la mano diestra,
que adolecieron de cierta aceleración fruto de los nervios
propios de día tan señalado para él. Ante el
que cerró plaza, el de mayor movilidad y temperamento del
encierro, se mostró voluntarioso e hizo el esfuerzo cuando
el astado probó sus arrancadas. Con la música y el
ambiente a favor consiguió dos tandas de naturales echándole
la muleta al hocico, aunque sin demasiada quietud. Cambió
una estocada por una voltereta, de la que salió ileso, pero
necesitó tres descabellos para dar en tierra con el astado.
Sin que nadie lo pidiera, inició su vuelta al ruedo y ahí
quedará ésta en las estadísticas, mas no le
servirá para abrirse paso en su nueva andadura.
Los hechos más destacados de la tarde pueden reducirse a
tres: el tercio de banderillas de Diego Ventura, las tandas de naturales
de frente de Salvador Vega al cuarto y las buenas estocadas que
recetó Curro Díaz a cada toro de su lote.
No es mi fuerte el rejoneo, pero puedo apreciar cómo la revolución
de Pablo Hermoso va dando nuevos frutos. Por ejemplo: la manera
de quebrar banderillas de Diego Ventura a caballo parado es algo
totalmente novedoso que hace avanzar el arte de Mari Alba hacia
el rejoneo del futuro. "Distinto", que así se llama
el jaco, espera la embestida tan quieto como un torero que fuera
a quebrar y, como si tal fuera, quiebra desde el mismo sitio de
manera asombrosa. Jamás lo había visto antes y ganas
me quedaron de volverlo a ver.
Importante la faena de Salvador Vega a su primero. En primer lugar,
porque ofreció una imagen distinta a la del torero embastecido,
agarrotado y medroso que ha ofrecido últimamente; en segundo,
porque consiguió bordar el toreo más artístico
de la tarde, con una plenitud de temple en los naturales de frente
y en la última tanda con la mano diestra, abrochadas ambas
con valientes, sentidos y profundos pases de pecho. Lástima
que no haya recuperado el sitio con la espada; de todas formas se
le ve por el buen camino.
El que sí parece haber recuperado su magnífica forma
de ejecutar la suerte suprema es Curro Díaz. De ello dio
buena prueba en las estocadas que recetó tanto a la burra
que hizo tercero, como al topón y paradísimo quinto;
toros que no le brindaron la mínima opción de triunfo.
Santi Ortiz |
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